¡El finde pasado me porte mal! ¡Es que los hombres, los gais, somos tan calientes! ¡es que somos muy promiscuos y pensamos todo el día en sexo, esto a los heteros no les pasa! ¡Yo creo que tengo una adicción al sexo, sí, soy adicto al sexo!”.

Estas y otras frases son muy habituales en momentos de conversación en el colectivo. Si le damos una vuelta a todas estas frases, encontramos varias etiquetas asociadas al placer, a nuestro colectivo, al género y a nuestra orientación sexual y afectiva. Lamentablemente las etiquetas son negativas y estas han ido quedando en nuestro inconsciente desde que las empezamos a escuchar en nuestra infancia, adolescencia y etapa adulta.

El lenguaje es un referente en aspectos como la vivencia de nuestra sexualidad, en cómo nos expresamos y en la relación que tenemos cada uno con el placer, y principalmente el placer sexual: cómo lo vivimos, si es desde la culpa, desde el miedo, desde el exceso de responsabilidad que no te permite jugar de manera fluida. La culpa impartida por las religiones y el miedo infundido por los medios de comunicación, se han colado en el inconsciente colectivo y en el nuestro propio para frenarnos muchas veces a la hora de experimentar el placer.

Según la OMS, la promiscuidad se da cuando una persona mantiene relaciones sexuales con más de dos personas en un periodo inferior a seis meses. Es decir que, si tienes más de dos match, o has concretado dos taps o woofs, ya se es promiscuo. Tú y y,o y quizás muchos de nosotros, hemos tenido sexo con dos personas diferentes en menos de seis meses y, en un sistema que está concebido como un sistema monogámico donde cualquier opción de no monogamia se castiga o señala como algo negativo, he aquí un claro ejemplo de como la culpa de la religión o los medios de comunicación genera en nosotros y nuestro inconsciente una etiqueta que luego utilizamos para juzgarnos entre pares.

Cuando concibamos que el sexo es parte de la salud y no de la moralidad, viviremos la sexualidad como algo humano y natural.

Debemos concebir al ser humano como un ser biopsicosocial, esto es, formado por un componente Biológico, Psicológico y Social. Por esto, los fines de la sexualidad se dividen en tres categorías:

  • El placer a través de la mente, emociones y deseos
  • La comunicación a través de códigos (hablar, tocar, miradas, etc.)
  • La reproducción a través del cuerpo, aparato reproductor.

Para quienes no eligen la reproducción como un objetivo de vida, la sexualidad es vivida desde el placer y la comunicación, no pudiendo ni debiendo negar estas acciones naturales del organismo. La clave para vivir la sexualidad plena es, primero, identificar todas las etiquetas negativas asociadas y deconstruirlas, construyendo así nuevas etiquetas, definir nuevos valores y tener en cuenta los prejuicios sexuales.

7 talleres sobre sexualidad y afectividad en el mundo GTBI+

Este próximo martes 08 de noviembre a las 19:00h derribaremos mitos sobre sexualidad e identificaremos todas estas etiquetas negativas y crearemos nuevas etiquetas para vivir la sexualidad más gratificante en el taller gratuito “Sexistencia, soy sexual y sensual”, que corresponde a un ciclo de siete talleres que haremos aquí en Colors Sitges Links sobre sexualidad y afectividad en el mundo GTBI+.

Apúntate en el siguiente link, las plazas son limitadas:

Por: Javier Sotomayor Cortés
Máster en Terapia Sexual y de Pareja
Instagram: @Sotomayorsexologobcn