“Los homosexuales, al final, nos quedamos solos porque somos muy promiscuos y no sabemos
comprometernos, además no tenemos hijos ni nadie que nos cuide al hacernos mayores”.

La frase anterior es un prejuicio. Sin embargo, de alguna manera tiene impacto en muchas
personas LGTB+. Es difícil encontrar a alguien que no haya asociado alguna vez la vejez con la
soledad o con otras ideas connotadas negativamente: fragilidad, desmotivación, limitación de
la movilidad…

Estas asociaciones negativas son prejuicios fruto del edadismo cultural imperante que rechaza
a los ancianos por el mero hecho de serlo. Además, para los mayores homosexuales se añade
el prejuicio homófobo: los homosexuales, de viejos, se quedan solos por la vida que llevan.

Dando crédito a estos prejuicios se genera, en las personas LGTB+ que dejamos de ser jóvenes
hace tiempo, el temor a una soledad no deseada en nuestra ancianidad.

La soledad en la vejez no sucede porque exista una ley universal inmutable que lo determine y
sobre la cual no tenemos ningún poder. Sin embargo, sí que existen una serie de factores que,
si se mantienen en el tiempo y se presentan simultáneamente, pueden llevarnos a la soledad
en la vejez. Sobre estos sí que tenemos poder para gestionarlos, sobre todo si actuamos de
forma preventiva.

¿Y cuáles son? Sin querer hacer un recuento exhaustivo, aquí presento unos cuantos:

Factores que se sustentan en creencias:

Creencias individuales generadas por la influencia social, entre las que están: “Yo no tengo
derecho a ser amado/a” o “yo no valgo lo suficiente”, relacionadas con la falta de autoestima.

Creencia de que algo malo e indeseable sucederá si nos quedamos solos, sustentada en un
miedo irracional a la soledad y que puede llevar a situaciones de convivencia dolorosa y no
deseada por no quedarse solo, relacionada con la falta de control sobre los acontecimientos.

Estas creencias producen un efecto desmotivador para encaminarnos a afrontar y cubrir la
necesidad de compañía adecuada.

  • Factores relacionados con las circunstancias vitales relacionadas con la pérdida y el duelo:

En este grupo incluimos la viudedad, el divorcio en parejas de larga duración y la muerte
paulatina de los coetáneos, de aquellos que pertenecen a nuestra generación y con los que
compartimos un pasado común y nuestra historia generacional.

También se incluyen aquí otras situaciones circunstanciales como el establecerse en un país
extranjero al llegar la jubilación, o la actual de confinamiento debido a la pandemia COVID19
que nos aparta de nuestros hábitos de socialización presencial, nos obliga a aislarnos y nos
causa incertidumbre.

Estas circunstancias fomentan la carencia en la socialización porque ésta resulta dificultosa
debido a la adaptación que se ha de hacer ante la nueva situación de pérdida o cambio.

  • Factores inherentes a nuestra biología:

A grosso modo son la reducción de la movilidad, flexibilidad, fuerza y agilidad corporal, el
aumento del cansancio o de los periodos de recuperación de enfermedades y traumas físicos
debidos a la edad.

Estos factores inhabilitan para las acciones de la vida cotidiana y, por tanto, tienen repercusión
en las actividades socializadoras que implican movimiento corporal. Además, se ha de añadir
aquí un círculo vicioso: cuanto menos me muevo o me ejercito físicamente, menos ganas
tengo de moverme.

  • Factores debidos a ciertos rasgos de personalidad:

Entre los que se encuentran los rasgos marcadamente narcisistas, los rasgos excesivamente
autoritarios y los rasgos tóxicos de personalidad. Las personas con estas características hacen
que las interacciones personales con ellas exijan un alto costo para sus iguales: paciencia
indefinida, obligación de complacerlos siempre, adaptación perpetua a sus demandas,
padecimiento de los maltratos o micromaltratos debidos a la manipulación por el poder en la
relación… Esto provoca que los demás tiendan a alejarse como medida de protección.

Lo que hace muy difícil de mejorar una situación de soledad debida a estas causas es que la
persona autoritaria, narcisista o tóxica es, por lo general, incapaz de reconocer que es ella la
causante de su propia situación de soledad.

¿Qué podemos hacer frente a la perspectiva de soledad en la vejez?

Siempre se puede hacer algo. En GSL, desde el servicio de Asesoramiento Psicológico centrado
en las personas mayores LGTB+, ofrecemos un espacio donde afrontar los miedos y la situación
de soledad en personas de edad. Gracias a la psicología podemos desarrollar estrategias y
herramientas para el cambio de creencias, la mejora de la autoestima, la toma de conciencia
corporal, la motivación, el aprendizaje de habilidades sociales y la elaboración de duelos.

Juan Carlos Uríszar
Psicólogo
Colegiado 136 – COPC