Como todos los años desde 1996, el 26 de octubre se conmemora el Día de la Visibilidad de la Comunidad Intersexual. Un día organizado para recordar y reivindicar la primera acción pública de la historia a favor de los derechos de las personas intersexuales.
¿Por qué el 26 de octubre?
La protesta original tuvo lugar el mismo 26 de octubre de 1996 en Boston, Estados Unidos. ¿Los precursores? La socióloga Morgan Holmes y el activista intersexual Max Beck, de la Intersex Society of North America (ISNA).
Ambos planeaban exponer sus investigaciones en la Convención Anual de la Academia Americana de Pediatría (AAP), pero esta decidió no incluir sus ponencias en la programación. Para intentar concienciar sobre las malas prácticas relacionadas con la intersexualidad, Holmes y Beck decidieron protestar durante horas frente a la sede de la convención. Para ello contaron con la ayuda de otros activistas y algunas organizaciones LGTB+ como The Transexual Menace.
Esta acción casi improvisada dio lugar a un necesario día de reivindicación por la visibilidad y la no discriminación de las personas intersexuales. Un día para reclamar el derecho a la propia integridad corporal, el derecho a la autonomía física y a la autodeterminación.
¿Qué es la intersexualidad?
Existe mucha confusión en torno a lo que es la intersexualidad y qué supone para los miembros que son parte de ese colectivo.
En la comunidad científica se conoce como intersexualidad a la presencia de características sexuales tanto masculinas como femeninas en un mismo individuo. Estas características no tienen por qué ser visibles ni obvias, lo que dificulta en ocasiones su correcta identificación.
Un detalle relevante que caracteriza a la intersexualidad es la ambigüedad genital. Por ejemplo, una persona puede poseer vagina, pero carecer de ovarios. O puede poseer un pene, que en realidad sea un clítoris más desarrollado de lo habitual. La proporción de características masculinas o femeninas en una persona intersexual es muy variable, y pueden empezar a manifestarse en cualquier momento desde el nacimiento.
No se debe confundir con hermafroditismo, término que se ha usado a lo largo de la historia como un sinónimo (erróneo) de intersexualidad. Una persona hermafrodita es aquella que tiene presencia simultánea en su cuerpo de ambos sexos, siendo capaces de producir gametos masculinos y femeninos. En la especie humana, el hermafroditismo puro es inviable, es algo solo presente en el mundo animal.
La intersexualidad hoy
Según diferentes estudios, la tasa de incidencia de la intersexualidad en la sociedad se encuentra entre el 0,05% y el 1,7%. Un porcentaje muy similar al número de personas pelirrojas, tal y como recoge el documento Libres e Iguales de la ONU. Se calcula que en España nacen en torno a 400 personas intersexuales al año.
El problema fundamental al que se enfrentan las personas intersexuales es a la imposibilidad de decidir sobre rasgos elementales de su propia existencia. Cuando se detecta un trastorno de este tipo en bebés, se les suele operar antes de los 18 meses para asignarle uno de los sexos. Esta práctica, habitual e inhumana, no deja espacio para que la opción sexual de la persona se defina ni para que ella decida sobre su género. La complicación para ellos llega en la pubertad, cuando muchas de estas personas sienten un desajuste entre el género asignado y cómo se sienten verdaderamente.
Aunque en 1999 se comenzó a prohibir este tipo de cirugía en algunos lugares del mundo, no fue hasta 2015 que la ONU lo denunció oficialmente. El Alto Comisionado para los Derechos Humanos elaboró un informe donde instaba a todos los países a eliminar las intervenciones genitales tempranas. En España, actualmente existen leyes LGTB+ regionales que han sido pioneras (Madrid, Baleares) que recogen expresamente la prohibición de la mutilación genital en bebés intersexuales.
Por todo ello, es necesario seguir luchando para dar respuesta a dos demandas básicas del colectivo: la prohibición de cirugía genital en bebés y la despatologización.